Sacramentos
Los sacramentos que celebramos los cristianos son, ante todo, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, "Las obras maestras de Dios" (CCE 1091.1116). Cuando vamos a misa o nos confesamos o nos casamos, los protagonistas no somos nosotros, ni la Iglesia, sino Dios Trino:
"Toda celebración sacramental es un encuentro de los hijos de Dios con su Padre, en Cristo y en el Espíritu Santo" (CCE 1153).
Lo principal que pasa cuando celebramos un sacramento no es que así cumplimos un deber o realizamos algo que pide nuestra religiosidad o nuestra paz espiritual. Lo que pasa es, sobre todo, que Dios Padre quiere comunicamos su amor, su perdón, su salvación. Y siempre lo hace por medio de su Hijo Jesús y su Espíritu Santo.
Dios sale a nuestro encuentro en la celebración eclesial y nos alcanza a cada uno de nosotros en los diversos sacramentos: nos incorpora a su vida (bautismo), nos da la fuerza de su Espíritu (confirmación), nos alimenta en nuestro camino (eucaristía), nos perdona nuestras culpas (reconciliación), nos fortalece en nuestra enfermedad (unción), regala a la comunidad ministros que hagan las veces de Cristo (orden) y bendice el amor del hombre y la mujer para formar una familia (matrimonio).
Esta es la perspectiva más positiva: "Los sacramentos manifiestan y comunican a los hombres el misterio de la comunión del Dios Amor" (CCE 1118).
No podemos entender lo que son los sacramentos sin referirlos a una clave fundamental: la Pascua de Jesús.
El momento culminante de la historia, cuando fuimos salvados y reconciliados con Dios, fue la Pascua, cuando Cristo Jesús murió en la cruz y fue resucitado por la mano poderosa de Dios. Todo lo demás es aplicación de aquel acontecimiento central.
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